sábado, 25 de junio de 2011

Capítulo IV - Sinceridad

"Papá además ya estoy grande, no creo que necesite una niñera" Valentina no cambiaba, a pesar de todo, le gustaba hacer enojar a su primo, y es que hubiera sido peor que ella no dijera nada, porque si algo le gustaba a Vale, eso era apelar cualquier decisión.
"Nenita, estás loca, si crees que te vamos a dejar sola; sobre todo con ese Danielito rondando por aquí"
"Por mí no hay problema" dijo Antón tomando la mano de su prima, "Yo cuidaré de Val, tío y no te preocupes si Daniel llega a dar problemas, yo me haré cargo" agregó con un tono un poco posesivo, pero solo Valentina lo notó.
"Pues si no tengo remedio" subió los ojos. "¿Cuándo planean viajar?"
"El viernes, nos vamos 2 semanas a Río" dijo su madre.
"Antón se quedará en la habitación de huéspedes"
"Como oíste Val, el punto es no dejarte sola"
"Ya va, entiendo, pero te das cuenta que es demasiado pedirle a Antón. No podemos abusar de él, ya suficiente con tener que cuidarme 2 semanas"
"¿Entonces, qué propones?"
"Yo me iré a casa de mis tíos, así Antón no tiene que preocuparse si tiene que hacer planos o cosas así, tendrá su estudio como siempre"
"Muy bien, por fin algo de sensatez de tu parte"
"Gracias, bueno será mejor que nos vayamos" dijo Valentina jalando a Antón, "Se va a hacer tarde para ir al cine"
"Si es cierto" dijo Antón, subiéndose los lentes, un tic que tenía desde el primer día que los usó, y que Valentina amaba.

Cuando estuvieron en la camioneta Valentina besó a Antón

"Vale, Vale, nos pueden ver"
"Claro que no. Ay Antón es que estoy feliz, vamos a tener dos semanas solo para nosotros"
"Pues a cómo actuaste pensé que te disgustaba la idea"
"Estaba tratando de sonar normal"
"Pues demasiado, pensé que ya te estabas arrepintiendo de estar conmigo"
"Nunca Antón, nunca me voy a arrepentir de estar a tu lado" le dijo poniendo sus manos en su rostro y dándole un pequeño beso antes de que arrancara la camioneta.

El lunes siguiente Valentina estaba impaciente por ver a Antón, habían quedado que se verían después de clases. Todo iba sobre flores para ella, hasta que llegó el receso, en donde se encontró con Daniel. A Valentina se le había olvidado un pequeño detalle, los sentimientos de Daniel.

"Hola Vale" la saludó, tomándola de la mano y dándole un beso en la mejilla.
"Hola Dani" ella se liberó de su mano y se separó un poco de él. Mientras ella platicaba con su grupo de amigos, Daniel la notaba un poco extraña. Ya no era la misma del fin de semana, pero al final de cuentas, ella le había pedido tiempo y él se lo iba a dar.
"Vale, ¿crees que pueda ir a visitarte en la tarde?" le preguntó poco antes de irse a su salón.
"Ay Dani, no creo. Tengo que hacer unas cosas con mi madre, ¿lo dejamos para otro día?" Valentina se había metido en un gran lío por haber usado a Daniel, y ahora ni ella sabía cómo salir de él.
"Está bien" él le dio otro beso en la mejilla y se alejó.

Después de la escuela fue a dejar su auto a casa de Jimena, y ahí pasó Antón por ella. Jimena no podía estar más feliz por su amiga, era algo extraño pero no le importaba mientras fuera feliz y ella le ayudaría en todo.

"Hola" le saludó Valentina, cuando se subió a la camioneta. Él le sonrió tanto, y después se acercó a ella y la besó.
"Te extrañe" le dijo cuando se separaron.
"Ya lo noté, ¿qué pasó con "Nos pueden ver"?" le reclamó.
"Tendré que trabajar en mi auto control" le dijo mientras arrancaba la camioneta.
"Ojalá lo consigas" se burló.

Antón manejo a las afueras de la ciudad y fueron a dar hasta el mirador, en la parte más alta.

"Siempre que quiero alejarme de todo el mundo, vengo aquí. Digamos que es como mi lugar secreto, nunca había traído a alguien conmigo" le confesó mientras la abrazaba y descansaba su espalda en el cofre.
"Si me lo dices ya no es secreto" agregó ella, perdida en la sensación de estar en sus brazos.
"Es que contigo no quiero tener secretos, quiero que sepas todo de mí" confesó en su oído. Valentina no sabía si era su cercanía o la fuerza de sus palabras, pero se estremeció.
"Te Amo" Valentina movió su cabeza y lo besó. Si amaba besarlo apasionadamente, pronto descubrió que hacerlo lento, también la hacía vibrar. Era increíble descubrir todas las facetas de su boca, sentirlo entrar en la suya, rozar sus lenguas y cuando se separaban él solo le decía cuanto la amaba.

Después de un largo momento, vieron como se ponía el sol y decidieron que era momento de regresar a la realidad.

Los días avanzaron, y lamentablemente una parte de la realidad alcanzó a Valentina.

"Vale, ¿podemos hablar?" le dijo cuando estaban en un receso y se la encontró por los pasillos del colegio.
"Si, ¿qué pasa?"
"Es que te he notado extraña, pensé que después del sábado las cosas serían diferentes entre nosotros, y ahora lo son, pero no como yo esperaba"
"Dani… es que creo que tengo que pedirte una disculpa. Me precipité en mis acciones y no medí las consecuencias de lo que hice" Valentina lo decía de verdad, siempre se sentiría mal por haberlo utilizado.
"¿Qué dices Vale?"
"Estaba confundida y creí que intentando algo contigo, me ayudaría pero acabe peor y ahora no sé si pueda darte lo que pides. Creo que debes buscarte a alguien más, la mayoría de las chicas del colegio, mueren por ti y estoy segura que en alguna de ella encontrarás lo que buscas" Valentina le dio un beso muy corto en la mejilla, y él se quedó frío. Ella se alejó.
"Yo no quiero a nadie más que a ti, Valentina. Y vas a ser mía" se juró Daniel cuando vio a Valentina alejarse.

Al siguiente día, Antón y Valentina, fueron a dejar a sus padres al aeropuerto, después de algunas recomendaciones y de documentar su equipaje, se despidieron de sus respectivos hijos.

"Y bien primito, creo que ahora debes llevarme a casa, a recoger mis cosas" él la tomó de la cintura y se fueron a casa de Valentina.

Cuando llegaron a la casa, Valentina lo atrapó en sus brazos y lo besó, él la detuvo.
"Vale puede venir alguien del servicio"
"No va a venir nadie, mis padres les dieron la semana" le sonrió.
"Oh" ella aprovechó que sus labios estaban abiertos y lo besó, exigiendo todo de él. Antón no se resistió más, la tomó en sus brazos y la besó con toda la pasión que lo quemaba por dentro.

Después de unos cuantos besos más, Valentina hizo su maleta y se fueron a la casa de Antón. Ahí cenaron y Valentina esperaba que él la invitara a su habitación, pero no lo hizo, no porque no lo deseara si no porque no era correcto, en su casa si había gente de servicio y si ellos se daban cuenta de lo que pasaba entre ellos, no tardarían en saberlo sus padres.

Poco antes de quedarse dormido, Antón se levantó al baño y cuando regresó encontró a Valentina en su cama con un hermoso atuendo para dormir, no era para nada vulgar, pero la hacía ver como la mujer más sensual de mundo.

"Valentina, ¿qué haces aquí?" le dijo en voz muy baja, cómo si sus empleados que dormían en el piso de abajo y al otro lado de la casa, tuvieran oído supersónico.
"Trato de dormir" respondió ella sin abrir los ojos.
"No Val, qué pasa si nos oyen" Antón aceleró sus ideas.
"Hey, dije que trato de dormir, y eso pienso hacer" Antón se dio cuenta de sus pensamientos y le causó gracia, por primera vez ella le proponía algo que él si le podía dar, sin correr muchos riesgos "además ya deshice mi cama como si hubiera dormido ahí"
"Contigo nunca doy una" le dijo al oído cuando se metió a la cama y la atrapó entre sus brazos.
"No, pero por eso te amo" respondió ella entre bostezos cuando encontró su lugar en el pecho de Antón.

El fin de semana lo pasaron sin hacer mucho, ya que Antón tenía que entregar un proyecto y no podía salir, pero Valentina ni siquiera le reclamó. En cambio disfrutó verlo trabajar, adoraba verlo quitarse los lentes y tallarse sus cansados ojos azules. Y él por su parte amaba oír la risa de Valentina, siempre lo hacía sentir mejor y cuando ya no podía más, iba y le robaba uno que otro beso.

"Para la inspiración" le dijo cuando se separó de ella y volvió a su mesa de trabajo.

El lunes que regresó a la universidad, decidió que había llegado el momento de contarle a Quique lo que pasaba.

"Así que así están las cosas" terminó por decirle una vez que le había contado todo, bueno casi todo lo que había pasado.
"Ya decía yo, que últimamente te veías más feliz que nunca"
"Nunca creí que pudiera hacerme tan feliz, es única" le confesó Antón.
"Es tu prima" se rio Quique "y tú eres un cursi, que por primera vez se atrevió a romper la reglas y a vivir un poco"
"¿No crees que es algo extraño?"
"Algo, pero no esta tan mal. Antón es que deberías de verte en un espejo, te ves tan diferente, te ves bien, feliz, y eso amigo es lo único que siempre te he deseado, que seas feliz"
"Gracias Quique"
"Ni me agradezcas, que ya que las cosas están tan bien entre tú y Valentina, creo que podrías aprovechar para decirle que me presente a su amiga, la que estaba con ella en la fiesta"
"Tú no cambias" le bromeo Antón.

Durante toda esa semana las cosas fueron más que maravillosas para Antón y Valentina, después de la escuela, solo se dedicaban a ellos, Valentina se había dado cuenta lo mucho que le gustaba ver a Antón, mientras estudiaba o hacia planos, y Antón adoraba oír a su Valentina reír, siempre cerca de él, besándola cada que requería un poco de inspiración. Y por las noches no había nada mejor que sentirla segura entre sus brazos.

El viernes, Valentina había obligado a Antón a ir con ella y con Jimena, al concierto de un DJ muy famoso que se presentaba en la ciudad. Antón aprovechó para invitar a Quique, que seguía insistiendo en conocer a Jimena.

Valentina se sintió muy feliz esa noche, era su primera salida en grupo, y lo mejor es que sus amigos conocían la verdad sobre su relación, así que al menos en el trayecto no tuvieron que ocultar lo mucho que se querían.

A Jimena le encantó Quique, siempre había creído que los niños de su edad eran muy aburridos, y ahora entendía por qué, Quique y ella eran tan iguales. Ninguno de los dos tenía reglas, solo divertirse. Por su parte Quique no se decepcionó, si no que se enganchó, mucho más. Valentina no solo había cambiado la vida de su amigo, sino también la él, trayéndole a Jimena.

Mientras Quique y Jimena se conocían mejor, Antón y Valentina no paraban de bailar, sonreían, se abrazaban y se besaban despistadamente.

"Let this be a song now and this be our day and we stand together we'll be okay..." cantó Antón en el oído de Valentina mientras la tenía muy cerca de él bailando.
"It's easy to believe in One Love, believe in you and me..." agregó ella antes de voltearse y besarlo rápidamente en los labios.
"Vale estoy muriendo de sed, ¿quieres algo?"
"Lo que tu tomes" le sonrío pues sabía que a él le había tocado ser el conductor designado.
"Está bien, te traeré lo que se me ocurra" Antón se alejó y de pronto Valentina, sintió unas manos desconocidas en su cintura, ella se volteó y se encontró con una cara conocida.
"Daniel" saludó y sonrió.
"Baila conmigo" le ordenó jalándola de la cintura, ella se resistió.
"Estoy esperando a alguien, Dani" trató de sonar tranquila, pero había algo en la cara de Daniel que la asustaba.
"Dije que bailaras conmigo" y la abrazó con mucha fuerza, su aliento olía demasiado a alcohol.
"Por favor Daniel, suéltame" le rogó por las buenas, pero ya un poco desesperada.
"No, primero quiero hacer esto" y estampó sus labios y aliento alcohólico en su boca. Valentina luchaba por quitárselo pero no podía. De pronto dejó de sentir la presión de Daniel.
"Ni se te ocurra, volver a acércate a ella, Me entendiste." le dijo Antón que le había dado un puñetazo en el pómulo.
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Canción: One Love - David Guetta ft Estelle

sábado, 18 de junio de 2011

Capítulo III - Celos


Antón sabía que había sido cruel, pero no tenía muchas opciones, si las cosas salían a la luz, no quería ver como Valentina era señalada por la sociedad, y es que si bien no conocía mucho de derecho, sabía que no estaba prohibido relacionarte sentimentalmente con tu prima o primo, pero el asunto es que la sociedad no pensaba lo mismo, y mucho menos en el círculo social en el que ellos se desenvolvían.

Al siguiente día en el colegio, Daniel por fin se atrevió a hablar con Valentina. Le había dicho lo mucho que le gustaba, y ella no pudo decir más que gracias, se sentía apenada, hasta antes de la fiesta de disfraces le hubiera respondido con algo similar a lo que él sentía por ella, pero ahora, al único que tenía en la mente era a Antón.

Pasó poco más de una semana desde el último encuentro de Antón y Valentina, cuando Augusto su padre y hermano de la madre de Antón, le informó que ese fin de semana habría una fiesta familiar en su casa para festejar el cumpleaños de su madre.

Un día antes de la fiesta Valentina, vio a Antón en un centro comercial, con una mujer. Sabía de sobra que ella no era Paulina, pudo soportar verlos, porque él se portaba muy frío con ella, pero cuando vio que se besaron, la sombra de los celos la inundó por completo, Antón se las iba a pagar. Tomó su celular y marcó a uno de sus contactos.

"Daniel, hola"
"Vale, que sorpresa…"
"Oye ¿qué vas a hacer mañana?"
"Nada, supongo, aún no tengo planes"

Eso fue todo lo que necesitó Valentina para continuar con sus planes.

Al siguiente día en la fiesta, ella salió a recibir a Daniel.

"Hola, Valentina" saludó él con emoción al verla con ese vestido azul que resaltaba sus ojos y que dejaba ver lo largas que eran sus piernas. Ella le dio un beso en la mejilla y él la abrazó.
"Hola, Dani, que bueno que viniste" cuando levantó la vista, vio que Antón se estaba estacionando y veía cómo se le salieron los ojos al ver el abrazo que Daniel le había dado. Entonces su lado más oscuro se preguntó qué haría si viera algo más.

Entonces simplemente levantó la cara y dejó que los labios de Daniel tocaran los suyos. Daniel se sorprendió, pero él no se iba a negar a esa muestra de cariño.

Antón sintió cómo le hervía la sangre, cómo se atrevía ese mocoso a besar a su princesa, pensó.

"Perdóname Dani, es que no sé que me pasó" se disculpó Valentina.
"Vale sabes lo que siento por ti, y honestamente, besarte es algo que he soñado desde hace mucho, solo que no lo esperaba"
"No volverá a pasar"
"No me mal interpretes, quiero que se repita, pero quisiera que al menos pudiera saber qué soy para ti.
"Dani, me gustas ok, sólo es que no estoy segura de querer un relación o algo más. Necesito tiempo"
"Tienes todo el tiempo que necesites" y después de decir esto, la besó. Valentina no se engañaba, sabía que jamás sentiría en los besos de Daniel, ni la mitad de lo que sentía cuando Antón la besaba, pero a quien le dan pan, que lloré.
"Buenas Tardes" saludó Antón, con la cara seria y los ojos duros, cuando la pareja volteó,
"Hola primito" Valentina lo saludó con la sonrisa más encantadora que tenía, sabía que eso volvería loco a Antón y no se equivocó.
"¿Nos vas a presentar?" le exigió aún con la mirada dura
"Ah sí, él es Daniel. Daniel él es mi primo Antón" se saludaron y Antón se dio cuenta que Daniel era ligeramente parecido a él, tenían los ojos azules, en una tonalidad diferente, pero al final de cuentas parecidos.
"Ya te había visto, en la fiesta de Lore y Leo" dijo Daniel muy tranquilo. "Tú eras el otro Tuxedo Mask, debo agradecer que te hayas ido cuando llegué, de otra forma hubiera sido muy incómodo, sería tan fácil que nos confundieran"
"Cuando quieras" respondió Antón que confirmó sus sospechas, aquél día Valentina lo había confundido con Daniel.

Después de esto entraron a la casa.

Todo tiempo Antón estuvo viendo cómo Valentina y Daniel se sonreían y como de vez en cuando se tomaban de la mano, sin que sus padres se dieran cuenta, no quería entrar en absurdas presentaciones, poniéndole algún título a Daniel.

La comida había terminado, pero como siempre, sus tíos Philipe y Gina, padres de Antón, se habían quedado en el jardín de la casa, degustando una botella de vino, de la colección de Augusto.

"Vale me tengo que ir, mi padre quiere que los acompañe a una cena" dijo Daniel apenado por no poder continuar en la reunión.
"Está bien" le respondió. Daniel se despidió de la familia de Valentina y ella lo fue a despedir a la puerta. Ahí le él le robó un beso, fue un poco más largo que el primero, pero Valentina no pudo negarse.
"Adiós Vale, te veo pronto" le dijo antes de subirse a su auto.
"Adiós" se despidió.

Cuando Valentina entró a su casa, encontró a Antón recargado en la puerta de la cocina.

"El día de la fiesta me confundiste con él, ¿cierto?" le preguntó con la voz dura, los brazos cruzados en el pecho y los puños cerrados.
"Si" le contestó "a quien debí besar esa noche fue a él" con la voz filosa. Él la jaló hasta la cava de donde acababa de salir, pues había ido con el pretexto de poner más botellas de vino a enfriar.
"¿Te arrepientes de esa noche?" le preguntó cuando la arrinconó entre el espacio de la puerta y una de las paredes de la cava.
"Tu actitud es la que hace que me arrepienta. Al menos Daniel no me hubiera ignorado así como tú lo has hecho"
"¿Dime qué sientes cuando te besa?" le preguntó acercando su cara a sus labios y tomándola de la cintura.
"Eres un imbécil"
"Si eso y muchas cosas más" él la besó con fuerza y aunque Valentina al principio se resistió, no tardó mucho en ceder ante la insistencia de Antón.

Él la empujó un poco más contra la pared y la tomó de las caderas para cargarla, ella enredó sus piernas a la cintura de él. Avanzó hasta ponerla sobre una mesa de madera, que estaba en la cava, a los dos siempre les había parecido inútil, pero en este momento amaban esa mesa.

Valentina le quitó los lentes, el saco y desabotonó su camisa, mientras él le recorría el cuello con sus labios y le bajaba los tirantes del vestido. Sus manos hábiles tocaban sus piernas y se introducían cada vez más hacía sus bragas, esta vez nada lo contuvo de quitárselas y ella ni siquiera se quejó, si iba a pasar algo, tenía que pasar ahora, sólo el destino sabría cuando iba poder tener otra oportunidad como esta.

Ella le empezó a desabrochar el cinturón y tuvo miedo que la detuviera igual que la vez anterior, pero esta vez no pasó. Siguió con cuidado al cierre y cuando lo bajó, le quitó el aliento ver lo bien que le quedaban esos bóxers negros. Con toda la intención del mundo, Valentina lo tocó y Antón emitió un gemido. Después de eso, él le sacó el vestido por encima y pudo apreciar su ropa interior, toda ella era una invitación, era sexy a más no poder, delicadamente le quitó el sostén, dejándola completamente expuesta, bajó sus labios y la besó, ahora fue ella quién gimió.

"Hazme el amor, Antón, hazme tuya ahora" le suplicó cuando aquellos dedos hábiles la tocaron. Él se retiró un segundo buscando su pantalón y sacando el preciado sobre metálico que le brindaría protección. Valentina se dio cuenta y le bajó los bóxers, él se colocó el condón y la hizo su mujer. Fue un poco sorprendente para él saber que su primita ya no era virgen, pero eso no importó simplemente lo hizo menos difícil.

"Te amo Valentina" le dijo Antón, que cuando se dio cuenta ya se lo había confesado a su prima.

"Yo también te amo Antón" respondió la otra, antes de gemir su nombre, lo hacía en voz baja cerca de su oído, pero cada vez le costaba conservar el volumen. Y es que Antón la llenaba en todos sentidos, en toda su vida, nunca pensó sentirse así, tan completa. Cuando terminaron Antón se acercó a la agotada Valentina.

"¿Es cierto?" le preguntó Valentina cuando quedó frente de ella de nuevo.
"¿Qué cosa?"
"¿Qué me amas?" él unió su frente con la de ella.
"Te AMO Valentina Bernat, TE AMO." Le repitió viéndola a los ojos "Te he amado desde siempre, sólo que era muy idiota para darme cuenta. ¿Y tú también me amas?"
"Te AMO Antón Lieberman, nunca ha sido de otra forma" Lo besó tiernamente, y este era su primer beso, en donde la pasión no los invadía, era obvio se deseaban como nunca lo imaginaron, pero en ellos había amor y eso no lo podían ocultar.
"Vale, hace un rato cuando estabas tú amiguito ese, sentí los verdaderos celos, tenía tantas ganas de estrangularlo, solo por atreverse a besar esos labios que solo a mi me pertenecen. No quiero que salgas con otro, quiero que seas sólo mía, pero hoy por primera vez en toda mi vida sentí completo, me sentí como nunca me había sentido con una mujer, perdona mi egoísmo pero no puedo hacer otra cosa" le dijo mirándola directamente a los ojos, esos ojos azules que compartían desde siempre.
"Solo si me prometes que nunca más te acercarás a esa tipa que besabas ayer"
"¿A qué te refieres?"
"Olvídalo"
"Me viste con Pilar" admitió recordando el único besó que había recibido después de besarla a ella.
"No me importa quién era, sólo júrame que si yo voy a ser solo tuya, tu también serás sólo mío"
"Te lo juro, Valentina, te lo juro. Sólo estaré para ti. Sólo quiero hacer realidad los deseos secretos de tu corazón" se volvieron a besar y se vistieron.

Salieron al jardín cómo si nada hubiera pasado. Cómo si sus almas no se hubieran fusionado, mientras estuvieron juntos.

"¡Antón!" le dijo su padre. Él se encontraba en uno de los muebles recostado con Valentina, a nadie le sorprendía pues ellos siempre habían sido así, se llevaban como hermanos. "Estábamos hablando de irnos de vacaciones un par de semanas, pero tu tío no quiere dejar a Vale sola, así, que le he dicho que tú te puedes quedar con ella."

jueves, 16 de junio de 2011

Capítulo II - Deseos

Valentina salió corriendo del lugar, cuando iba llegando a la salida, vio entrar a otro Toxedo Mask.
“Val…” le gritó Daniel
“Perdóname, tengo que irme” le respondió ella, ya en dirección a su auto.

Ella manejó hasta su casa, cuando llegó se encerró en su habitación y se dio un baño. Cuando salió y se vio al espejo se sintió tan diferente, se veía diferente, y no exactamente por la marca que tenía debajo de la clavícula cercana a la curvatura de su pecho, sino por lo que significaba todo eso, la marca se la había propinado su propio primo.

Antón era su único primo, su única familia además de sus tíos y sus padres, no había más, él le llevaba 5 años y siempre había sido protector con ella, la consentía, la quería, fue a quién pasó la infancia haciéndole travesuras y que a pesar de todo siempre la perdonaba, había sido el primer hombre con el que bailó, después de su padre, claro; había sido quien la abrazaba en los días de tormenta cuando tenía miedo, con quien iba al cine cada vez que quería, con él que se dormía con cuando iban de vacaciones y ella extrañaba su casa.

Valentina sabía de sobra que lo mejor que podía hacer era olvidar lo sucedido esa noche y no volver a hablar con Antón de lo ocurrido, el problema era que, ella no quería olvidarlo, ese beso la hechizó, nunca se había sentido así, la había marcado para siempre, y por más incorrecto que fuese, deseaba más de aquello que probó en los labios de su primo.

Después de que Valentina se fue, Antón buscó a Quique y los dos se fueron de la fiesta. En el camino no pronunciaron palabra. Quique sabía que algo le había pasado a su amigo, y lo conocía muy bien para saber, que cuando estuviera listo le platicaría que le pasaba. Antón se encerró en su habitación y cuando se quitó la camisa, vio que había rastros del labial de Valentina, al acercársela a la nariz, distinguió su aroma impregnado en la tela. Suspiró y cuando lo hizo, se reprimió, eso no era correcto, desear a su prima no era nada bueno. Pero sus labios extrañaban ese sabor que encontró en su boca, en su piel; extrañaba el olor de sus cabellos, la sensación de sentirla tan pequeña entre sus brazos, su piel, tan delicada. Decidió darse un baño con agua fría antes de que su propia anatomía lo traicionara y lo hiciera sentir aun más culpable por desearla.

Después de algunos días recibió la visita de Quique y por fin le contó todo.
“Solo a ti te pasan esas cosas. Sin ofender pero no te puedo culpar, tu prima esta guapísima, y desde que llegó no te quitaba la vista de encima”
“Pues sí, porque no sabía que era yo”
“¿Y qué piensas hacer?”
“que otra cosa puedo hacer, lo correcto es que me olvide de lo que pasó, y no volver a tocar el tema con ella, pero…”
“Pero ¿qué?”
“Que no se si pueda olvidarlo, podría sonar muy enfermo, pero me gustó lo que pasó, hay algo en ella que me gustó, y no me la puedo sacar de la mente”
“Míralo por el lado positivo, al menos ya no piensas en Paulina”
“Idiota, estoy hablando en serio, esto no está bien”
 “Ya sé que no está bien, pero que puedes hacer, lo hecho, hecho está. Creo que solo necesitas tiempo. ¿Y piensas hablar con ella?”
“No, será mejor que no la acose con el recuerdo de algo tan asqueroso, porque el hecho que a mí me haya gustado, no quiere decir que a ella también, probablemente no desea recordar nada de esa noche”
“Eso sí. Ay Antón quién te viera tan seriecito, y por poco te andabas cogiendo a tu propia prima. Antón Lieberman por fin hace algo en contra de las reglas” Se burló Quique con esa sonrisa traviesa que solo él sabía hacer.
“Idiota” respondió antes de aventarle una almohada en la cara.

Pasó una semana desde aquella noche, y Valentina, no sabía muy bien que era lo que seguía, se moría de ganas de hablar con Antón, pero no se atrevía, tenía miedo al rechazo, y es que por primera vez era seguro, que ella fuera rechazada, porque todo aquello era totalmente incorrecto.

Jimena le había aconsejado olvidar todo o ir por todo, y bueno es que su amiga era algo más que “open mind”, los lazos de sangre le importaban pero solo si eran directos, claro está que no se metería con su padre o su hermano, pero un primo, qué más daba, nadie se iba a enamorar, le dijo, solo date un poco de gusto. Y es que ahí también había un problema, porque Valentina sabía muy bien, que en el fondo, siempre había estado enamorada de Antón, y esto solo lo había confirmado.

Ese viernes, Aurora, su madre le había pedido prestado su auto, ya que el de ella estaba en el servicio. Poco antes de salir, recibió un mensaje de su madre.

“No voy a poder pasar por ti. Le pedí a Antón que pase por ti, se buena y no lo hagas esperar”

Valentina no lo podía creer, ahí estaba su oportunidad de verlo de nuevo, no sabía aún si podrían hablar del tema, pero al menos lo volvería a ver. Cuando sonó el timbre de salida, Valentina salió muy aprisa, cuando llegó a la puerta, la camioneta de Antón ya estaba ahí, esperándola.

“Hola” se saludaron, después de que Valentina se subió. Antón ni siquiera la volteo a ver, y eso le dolió.
“¿Cómo está Paulina?” preguntó Valentina, tratando de sonar como cualquier día normal, además que le intrigaba porque Antón la había seguido, el día de la fiesta. Si alguien era fiel ese era Antón, jamás engañaría a Paulina.
“Supongo que bien” respondió cortante.
“¿Supones?” trató de obtener más información.
“Cortamos hace unos días” dijo entre dientes
“¿Por qué? Ella quería saber más.
“Porque la encontré cogiendo con otro, Ok”
“Oh, perdón” agregó. Él la ignoró y siguió concentrado en el camino.

Avanzaron por las calles y en los semáforos en rojo era lo peor, no sabían ni que hacer, ella miraba por la ventana y por el espejo veía como Antón la miraba de reojo.

“Alto, detente” exigió Valentina cuando no soportó más el silencio de su primo.
“¿qué pasa?” respondió el otro, sorprendido.
“Estaciónate” él lo hizo y quedaron en medio de una de las calles vacías que llevaban a su casa. Se quitó el cinturón de seguridad y lo vio de frente “ya no aguanto más esto, Antón tenemos que hablar de lo que pasó la otra noche”
“Olvídalo, hagamos que no pasó nada” le dijo él con los ojos en el volante
“Por Dios, Antón, tu eres el que me ha ignorado los últimos 20 minutos. Si hacemos como que no pasó nada, entonces ¿por qué actúas así?”
“Simplemente olvídalo” le ordenó.
“No puedo” confesó con la mirada cristalina y voz rota. “Dime ¿me besaste por despecho, por lo de Paulina?” Él volteó de inmediato, siempre le había dolido su dolor, pero esta vez era algo indescriptible, porque él era el causante.
“No. Acepto que si me dolía lo que hizo Paulina, pero te bese porque me gustaste, de acuerdo” le dijo dirigiéndole por primera vez la mirada, ella vio cómo él se veía descompuesto. La miraba de una forma que nunca lo había hecho antes.

Él se acercó y tomó su cara entre sus dos grandes manos y su olor inundaba sus sentidos, ese aroma que lo perdía. Esta vez fue ella quién no se resistió y lo besó.

“Al diablo lo correcto” pensó en la última frase que le había dicho Jimena antes de despedirse ese día.

Podría ser que lo tomó un poco desprevenido, pero eso no significó que no lo deseará, llevaba toda la semana soñando con besarla de nuevo. Ella exigió todo de él y él le respondió con más pasión que aquella noche. Ni siquiera se quejó, lo deseaba, lo necesitaba. Pronto, Valentina se las arregló para moverse y ponerse a horcadas sobre él. Antón bajó sus manos y entró debajo de la falda del uniforme del colegio, sintió sus bragas y cómo deseo arrancárselas y poseerla ahí mismo.

Valentina jugó con su cabello, pero pronto bajó sus manos y empezó a desabotonar su camisa, sentir su piel, le dejó las manos ardiendo, se sentía tan bien, sabía que su primo hacía gimnasio y con gustó sentía el resultado de tan arduo trabajo, recorrió todo su pecho con sus manos; mientras él había abandonado la tentación de sus piernas para subir sus manos por debajo de su camiseta y sentir sus pechos por encima de la tela de su sostén. Ella lanzó un pequeño gemido en su boca y despertó más los sentidos de Antón.

Después Valentina dejó los labios de Antón para bajar por su cuello y besarlo y lamerlo, quería saborear cada milímetro de su piel, todo aquello tenía ese sabor dulce que encontró en sus labios, se aprovechó un poco y esta vez ella fue quien le dejó una marca, y de forma muy delicada lo mordió. Cada vez sentía a su primo, crecer debajo de ella y empezó a desabrochar su cinturón, cuando lo logró empezó a desabrochar el botón y estaba a punto de seguir con el cierre, pero algo la detuvo.

“No Val… no podemos hacer eso, no está bien” le dijo con la respiración entrecortada y con sus manos deteniendo las de Valentina.
“Antón, no vengas con esas cosas. Se honesto contigo mismo y admite que lo deseas tanto como yo” ella lo miró a los ojos para que no le pudiera mentir.
“Es que no es correcto, Val eres mi prima” respondió, sin creérselo. Claro que la deseaba, pero en alguno de ellos debía caber la cordura, y en este caso le había tocado a él.
“Y ¿qué?”
“¿Cómo que “Y qué”? No está bien, es totalmente incorrecto, somos familia y las familias no hacen esto”
“Ay no me vengas con eso, en las familias de antes se casaban con sus primos para conservar el apellido”
“Tú lo has dicho, para conservar el apellido, no porque fuera necesariamente correcto”
 Valentina se acercó más a los labios de Antón, y le dijo en el tono seductor que le había enseñado Jimena
“¿Dime que no me deseas?”
Antón ni siquiera pudo responder, porque no resistió su cercanía y la volvió a besar. Ella sonrió de saberse ganadora, Antón la deseaba tanto como ella a él.

Algunos minutos después llegaron a su casa, la camisa de Antón estaba un poco arrugada y decidió no bajarse, era muy arriesgado, antes de que ella se bajara le dijo:
“No podemos permitir que esto pase de nuevo” a ella le dolieron esas palabras, pero no se dio por vencida.
“Creí que ya había quedado claro que me deseas y que yo a ti también”
“Eso no arregla nada, sigue siendo incorrecto, prohibido y si seguimos así, vamos a salir muy mal parados en todo esto”
“Haz lo que se te dé la gana” Valentina se bajó enojada de la camioneta, azotó la puerta al cerrar y entró a su casa.

Capítulo I - La Fiesta

“¿Sabes que traes a Daniel loquito por ti?” le dijo Jimena a Valentina, su mejor amiga desde que tenían memoria.
“Son solo rumores” respondió la aludida.
“Pues hace 10 minutos, dejaron de serlo”
“Explícate”
“Pues hace rato estaba en el baño de hombres, no me preguntes por qué, y escuché claramente cuando Daniel le decía a Guillermo, que esta que se muere por ti, y que hoy en la noche se te va a declarar”

Valentina no lo podía creer, Daniel era el único muchacho que había llamado su atención en mucho tiempo, y es que como no hacerlo si él era alto, delgado, de tez clara, cabello negro y algo quebrado, ojos azules y una sonrisa que ponía a temblar a todo el colegio. Desde que lo conoció se habían gustado, pero Daniel se sentía terriblemente intimidado por la personalidad de Valentina, que era extrovertida, inteligente, alegre, no había nada que la detuviera, siempre de un lado a otro y además de eso era increíblemente linda; alta, delgada, con curvas de muerte pero sin ser vulgar, cabello castaño claro, lacio y ligeramente quebrado en las puntas, le llegaba a media espalda y le enmarcaba el rostro de una forma increíble. Su piel era blanca, tenía unos grandes ojos azules que le iluminaban el rostro y sus rasgos eran finos como los de las princesas de cuentos de hadas. Era lógico sentirse atraído e intimidado por alguien así.

“¿Estás segura?”
“Claro, hoy en la noche en la fiesta de disfraces de Lore y Leo, prepárate, después de mañana la noticia será que por fin Valentina Bernat, tiene novio.”
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“No puedo creer que Paulina te haya puesto el cuerno” le dijo Quique a Antón.
“Créelo, yo mismo la vi con el imbécil de Gael, estaban en su auto y ella se lo…”
“Para hermano, no quiero saber más, sólo de imaginármelos se me pone el pelo de punta. Quien los viera tan calladitos que se veían” Quique vio a su amigo muy lastimado, eran de esas cosas que como amigo nunca quieres ver y es que se conocían desde la preparatoria y se trataban como hermanos. Aunque físicamente eran muy diferentes, esas diferencias no aplicaban a sus gustos, incluso habían elegido estudiar ingeniería civil en la misma universidad y eso hizo que su amistad creciera aún más.

Quique era alto, fornido, pelo castaño claro y quebrado, trigueño, ojos color miel y siempre alegre y explosivo. Por el contrario Antón era más alto que su amigo, delgado, cabello negro, ligeramente quebrado,  tez blanca, ojos azules cubiertos por unos lentes que le daban ese toque intelectual único, sonrisa sincera pero tímida; siempre serio y reservado, fiel seguidor de las reglas y órdenes que le daban.

“No sé que voy a hacer ahora” Antón estaba sentado en el piso con las piernas recogidas y se veía muy mal.
“Hey, nada de ponerte sentimental. Es más vamos a ir a una fiesta, nada como una buena noche para olvidar estos tragos amargos” su amigo le sonrió, brindándole algo de confianza.
“No tengo ganas”
“No te pregunte, si tenías ganas. Es más vamos a ir, mira ya hasta te tengo un disfraz”
“No juegues, ¿esto?” señaló al ver el traje que su amigo había puesto sobre su cama.
“Cállate y cámbiate que se nos va a hacer tarde”
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Para la fiesta Valentina había comprado un disfraz de diosa griega, se veía increíblemente atractiva, el escote era clásico halter, resaltando los dos atributos que su anatomía le concedía; la cintura del vestido ceñida a su increíblemente reducido contorno y claro haciendo notar más esas caderas que se movían tan seductoramente; y la demás tela cubría esas largas y bien formadas piernas que tenía.

Por petición de los anfitriones, todos debían llevar mascara, así que su antifaz era dorado, a juego con los accesorios que llevaba.

Cuando llegaron a la fiesta, todos los invitados la voltearon a ver, pero ella solo tenía ojos para el hombre que vestía de Tuxedo Mask, si esa era Daniel, que para variar dejaba que su amor por el anime lo guiara y eligió ese atuendo. Pasó cerca de una hora, y vio que Daniel no actuaba, si bien no la perdía de vista, no se le acercaba. Ella estaba harta y decidió tomar cartas en el asunto, cruzó la pista y lo tomó de la mano para que pudieran adentrarse y bailar. Él dejó el vaso que tenía en las manos y la siguió sin objeción.

En ese momento sonaba una de las canciones de moda, ella se puso de espaldas a él y la tomó por la cintura, pronto se hundieron en el balanceo que ofrecía el ritmo de la canción. La música siguió y él la volteó para tenerla frente a frente, se sonrieron y poco a poco y aprovechando que todos los invitados se habían parado a bailar, se alejaron de la pista a la parte más oscura de uno de los pasillo que colindaba con las habitaciones de la gente de servicio, ahí nadie se acercaba porque la mayoría de los invitados no conocían esa parte de la casa, pero ellos sí.

Ella le sonrió, y él se perdió en esos ojos que sobresalían en el antifaz. Se inclinó un poco hacía ella y la tomó de la cintura, se acercó peligrosamente a su cara, sintió su aliento, olía un poco a alcohol, pero que importaba el de ella probablemente olía igual, para nadie era un secreto que en esas fiestas corría alcohol sin importar la restricción de la edad.

Esta vez el sonrió y la besó, la besó como nunca en la vida lo habían hecho, le sorprendía que su compañero tuviera tanta pericia, ligeramente recorrió el contorno de su labio inferior con la punta de la lengua y ella abrió los labios para permitirle un acceso total, mientras él la seguía sosteniendo por la cintura con sus grandes manos, ella subió sus manos a sus cabellos, hundir sus dedos en su sedoso cabello, era algo que le gustaba y lo atrajo más hacia ella, exigiendo más del beso, en el que sus lenguas se sentían y se saboreaban. La sensación del alcohol pronto pasó a ser parte del olvido, pues en su boca había algo más, algo dulce, algo delicioso y adictivo. Él sentía exigencia y entre tanta pasión del beso que le brindaba Valentina, reconoció algo más que había ahí, la sombra de la ternura, nunca lo habían besado así.

Cuando necesitaron respirar, él llevó su boca a por su cuello hasta la clavícula, propinándole besos húmedos, él reconoció una esencia familiar en su piel pero no supo que era o mejor dicho no quiso ni pensar en eso. Ella sonrió no podía creer lo que estaba pasando, todas esas sensaciones. Una de las manos de su compañero bajó peligrosamente a sus caderas, Ella enredo una pierna en su cintura y la tela del vestido se movió, dejando expuesta su pierna; él la recorrió con la punta de sus dedos, mientras tanto volvió a subir su cara y la besó de nuevo, esta vez con un poco más de fuerza, exigiendo esa miel a la que en un instante se había hecho adicto. Su otra mano ascendió un poco y con el pulgar tocó ligeramente uno de los pechos de Valentina, y ella ni siquiera se sintió ofendida, le gustaba cómo la tocaba.

Valentina soltó el cabello de su acompañante y le quitó la máscara, ni siquiera lo vio, porque él la siguió besando, cuando él logró tomar su cara con sus manos, le quitó el antifaz a esa diosa griega que lo había hechizado.

“¿Cómo te llamas?” le dijo al oído con voz seductora, después de morder el lóbulo de su oído. Automáticamente Valentina se congeló, ese hombre no era Daniel. Su acompañante se puso de frente a ella y al verse los dos pusieron los ojos como platos.
“Val…entina” dijo sorprendido.
“An…tón” agregó la otra al reconocer a su propio primo en frente de ella.