jueves, 28 de julio de 2011

Capítulo VII - Razones

"Becca ha pasado mucho tiempo" se disculpó, retirándola cortésmente. "Ya las cosas no son como antes"
"Lo sé, perdóname. Solo es que no lo pude resistir, la sorpresa de verte y ver que estas aún más guapo, recordar nuestros días juntos. Perdóname, ahora debes de tener alguien en tu vida y yo llego con mis cosas"
"De hecho sí, hay alguien más en mi vida y la amo. Disculpa mi sinceridad, pero ahora sé que la amo como nunca imaginé amar a alguien" Becca se puso triste, sabía que al dejar su relación con Antón, él no tardaría encontrar a alguien más pero creyó que nada de eso superaría al amor que alguna vez sintieron.
"Discúlpame, soy yo la que no debí de actuar de esa forma. Será mejor que me vaya, fue un gusto verte de nuevo. Y espero que al menos podamos ser amigos." Becca lo dejó en la mesa y él esperó a que Valentina saliera del baño, pero pasaron los minutos y no lo hacía. Pidió a alguien del restaurant que revisaran y el capitán de meseros le informó que la había visto salir de restaurant.

Antón pagó la cuenta y la fue a buscar por el malecón, no podría tener mucho, sobre todo si iba a pie. Después de unos minutos, se sentía desesperado, no sabía que le podía haber pasado a Valentina para que actuara así, y la idea de pensar que los haya visto cuando se besaron, le hizo sentir escalofríos, cuando se enojaba Valentina era capaz de cualquier cosa.

"¡Valentina!" le gritó cuando la vio sentada en la orilla del mirador del malecón. Un salto y nada la separaban del mar y las rocas. Corrió hacia ella con desesperación.
"Vete Antón, no quiero hablar contigo" las palabras fueron como cuchillos para él que ya la tenía en sus brazos.
"Por favor no lo hagas" le rogó
"¿Hacer qué?"
"Saltar" exclamó con desesperación.
"Estás loco, yo no pienso saltar de ningún lado. Solo me senté en la orilla porque necesitaba respirar y sentir el viento en todo mi cuerpo. Sabes que siempre lo hago"
"Lo siento, creo que sobre reaccioné" dijo separándose un poco de ella.
"¿Crees?" él se sentó a su lado. Y trató de tomarle la mano pero ella la retiró.
"Vale, ¿por qué te fuiste?"
"Antón, es en serio. No quiero hablar contigo. ¿Por qué no mejor te regresas con Becca y me dejas en paz?" trató de sonar convencida, pero sus lágrimas la delataron.
"Vale no llores, por favor, no me alejes de ti. Quiero saber qué te pasa"
"No, y sí no me quieres dejar sola, entonces llévame a la casa" Antón aceptó, y fueron por el auto.
Cuando llegaron ella no dijo nada, y se encerró en su habitación. Antón no durmió en toda la noche, tenía que hablar con Valentina, pero ella se había cerrado por completo. Y por si fuera poco, extrañaba tener a Valentina entre sus brazos, en una semana, se había acostumbrado a dormir con ella, sintiéndola segura a su lado.

En la madrugada escuchó ruido en la alberca, y al salir, vio que Valentina estaba nadando, ella siempre hacia eso cuando se sentía triste o estresada, era su mejor forma de sacar el stress además de ser su hobbie preferido, no por nada era capitana del equipo de natación del colegio.

Antón se sentó en la orilla y esperó a que ella saliera a respirar.

"¿No puedes dormir?" ella se sorprendió. No creyó que él estuviera ahí.
"No" se hundió de nuevo en el agua y nado hasta lo orilla contraria, Antón estaba harto de su actitud y se metió al agua para ir por ella. "¿Qué haces?" le reclamó cuando la tomó por los brazos a media alberca, impidiendo que ella nadara más.
"Deja de actuar como una niña berrinchuda, y dime ¿qué es lo que te pasa?" él le dijo en tono fuerte, sin dejar duda de lo enojado que estaba.
"Es cierto, tal vez deberías de irte con una mujer de tu edad y no con una niña berrinchuda" le dijo evitando su mirada.
"Valentina yo no quiero a otra, te quiero a ti, pero honestamente no entiendo por qué te comportas de esta manera"
"Si claro, me quieres a mí, pero besas a Becca" así Antón confirmó sus sospechas, ella si lo había visto.
"En primera ella me besó, pero si le respondí fue porque lo necesitaba" le confesó, y eso la enojó aún más, al parecer a pesar de los años Antón no había olvidado a Becca.
"Eres un enfermo, suéltame, vete con ella si es lo que quieres, a mí sólo déjame en paz" Valentina trató de soltarse de los brazos de Antón, pero él era mucho más fuerte que ella.
"Escúchame" le suplicó. "Solo lo hice, para darme cuenta que no hay nada que supere a lo que siento por ti, besarla no se comparó en lo más mínimo a cuando te beso. Valentina eres la mujer de mi vida, ya no existe ninguna duda"
"Yo no necesito besar a otros para darme cuenta de lo que eres en mi vida"
"Sé que tienes razón, pero tú sabes muy bien lo que significó Becca en mi vida, yo creí que había sido amor, pero ahora me doy cuenta que no fue así. El verdadero amor lo siento sólo contigo"
Ella no sabía si creerle, él aprovechó su momento de duda y la besó, sólo como él podía hacerlo.
"Solo a ti te amo, y no te cambiaría por nada en este mundo" le dijo cuando tuvieron que separarse en busca de aire. "Perdóname, por favor. Sé que hice mal y no tienes idea de cómo me arrepiento de haberte causado este dolor. Te prometí hacerte feliz y te fallé, pero por favor no dudes de lo que siento por ti, porque eso es lo más puro y real que he sentido en toda mi vida y que voy a sentir jamás" Cuando Valentina recuperó el aire, fue ella quien lo besó con más fuerza, exigiéndole todo y Antón supo que ella lo había perdonado.

Antón la llevó en sus brazos hasta su habitación y ahí le hizo el amor, la amó con toda la intensidad de sus sentimientos, la hizo su mujer hasta que ya no pudo más. Todo lo que quería era amarla y que ella entendiera que jamás podría estar con otra mujer, que nunca había amado de esa manera y que jamás lo haría con alguien que no fuera ella, Su Valentina, su princesa, su ángel, su vida.

Después de todas aquellas veces juntos, Antón se quedó dormido y Valentina quería dormir también pero le gustaba verlo así, tranquilo, relajado, respirando acompasadamente, a su lado.

Unas horas después Antón despertó y vio cómo Valentina dormía tranquilamente a su lado. No podía creer que eso le estuviera pasando, era un maravilloso sueño tenerla así, la amaba de verdad hasta donde había creído imposible y lo mejor es que eso solo iba aumentando con el paso de los días. Sólo la sombra de lo que pasó en la alberca le llenó de preocupación, porque aunque Valentina lo haya dicho enojada, él si le llevaba algunos años, no muchos, pero y si algún día ella se hartaba de estar con él, eran demasiado diferentes y eso podría ser muy aburrido para ella.

"Te juro que buscaré hacerte feliz todos los días que pases a mi lado, no hay nada más importante que tú en mi vida" le dijo casi en un susurro antes de besarla ligeramente en los labios. Ella al sentir su contacto, se movió y despertó. "Lo siento, no quería despertarte" Después de sonreírle lo atrajo y lo besó.

"Es genial despertar sintiendo tus labios" al mirarlo notó que había algo en sus ojos. "¿Qué pasa Antón?" él dudó en responderle pero necesitaba ser honesto con ella.
"Vale hace un rato, cuando me dijiste que debía de irme con una mujer de mi edad, sabes que nunca haría eso ¿no? Pero nunca te he preguntado a ti, ¿te molesta nuestra diferencia de edad?"
"Ay Antón claro que no, no seas tonto. No podría ser más feliz con eso, me encanta todo lo que eres, tu seriedad, tu responsabilidad, tu edad, todo" ella empezó a ver cómo la mirada de Antón se relajaba un poco.
"Pero y después cuando sea más evidente la diferencia…"
"Sólo la idea de pensar en ese después, lo único que quiero es tener contigo mucho de ese después, de un futuro, de lo que sea pero contigo Antón" él sonrió más convencido de las palabras de Valentina y la besó, fue tierno y se encargó de explorar cada rincón de su boca, amaba tanto el sabor de sus labios. Cuando se separaron él la tomó en sus brazos y pronto volvieron a quedarse dormidos.

Al siguiente día regresaron a la ciudad y tuvieron que prepararse para volver de nuevo a la realidad, aunque seguían durmiendo juntos, pues no pasaba a más. Porque corrían muchos más riesgos que en la casa de la playa.

Valentina había regresado a la escuela y estaba platicando con Ximena, sobre su excitante estancia en la playa, y ella le contaba sobre los avances que había tenido con Quique.

"Valentina ¿puedo hablar contigo?" le preguntó Daniel, que aún la marca del golpe que le había propinado Antón, unos días antes.
"No tenemos nada de qué hablar" ella se levantó y empezó a caminar junto con Ximena.
"A mí me parece que sí, o prefieres que hable con tus padres sobre tu relación tan cercana con tu primito Antón. Digo si quieres hasta podría mostrarles esta foto" ella se volteó hacia él y le mostró su celular, en donde se veía como claramente Antón y Valentina se besaban en la camioneta.

jueves, 21 de julio de 2011

Capítulo VI - Pasado

"Te vi a ti, tirándote a Paulina" le gritó a la cara, "te vi a ti…" se le cortó la voz y Antón la soltó. Se había deshecho en un segundo, el causante de aquello era él y nadie más que él. Trató de hablar pero su boca emitió un sonido hueco.

"Ese día quería que tú me acompañaras a la fiesta, así que fui a buscarte, mis tíos no estaban, y Ara me dijo estabas en tu habitación, subí y fue cuando los vi, se les había olvidado cerrar bien la puerta y quedó entre abierta. Me congelé no sabía qué hacer, y en ese momento la oí llenarse la boca con tu nombre, la odie, y entonces desee ser yo la que estuviera en tus brazos, ser quién dijera tu nombre mientras me hacías el amor. Sabía que era incorrecto, era el peor pensamiento que había tenido en toda mi vida. Por primera vez sentí celos, aunque no entendía muy bien porque sentía los sentía, si eras mi primo, casi un hermano; por eso sólo quería olvidar. Pensé que haciendo lo mismo con otro, podría suplantar aquel recuerdo, pero salió peor."
"Perdóname" le dijo Antón, cuando la tomó entre sus brazos, como si con eso arreglara el pasado. "Perdóname, Valentina, perdóname por favor" le suplicó.
"Yo no tengo que perdonarte nada" le dijo separándose un poco de su abrazo y poniendo una mano en su rostro. "Tú no sabías, y después de todo fui yo la que violó tu privacidad"
"No, Valentina… por mi culpa tienes esos recuerdos, por mi culpa hiciste aquello sin desearlo verdaderamente"
"Antón no te lo conté para que te sientas culpable, por favor, no lo hagas"
"Pero…"
"Pero, nada. Así pasaron las cosas y ya nada vamos solucionar"
"Te lo voy a compensar, todo ese dolor, Valentina te juro que te lo voy a compensar" le dijo tomándole las manos y poniéndolas cerca de su boca.
"Ya iniciaste, Antón ahora tu mismo me has enseñado lo que es hacer el amor, y te digo algo, me gustó, me gustó demasiado. La otra ocasión fue genial, toda esa pasión corriendo entre los dos, pero esta vez fue única, no lo cambiaría por nada"
"Hasta eso arruiné, esta debió ser nuestra primera vez, no ese encuentro en la cava."
"Fui yo la que te pidió que continuaras, además creo que estaba un poco confundida sobre la diferencia entre el sexo y hacer el amor, pero Antón, tú me lo has dejado más que claro" ella lo abrazó y lo beso tiernamente en los labios.
"Te prometo que de ahora en adelante siempre serán así las cosas entre nosotros" Valentina levantó la cara y él vio como tenía la ceja levantada y la sonrisa contenida. "Bueno no siempre, quizá uno que otro día podemos recordar viejos tiempos" añadió.
"Eso me parece bien" respondió.
"Voy a conciliar todo eso que hay en tu corazón, te demostraré que la belleza que posees no solo está en tu exterior, voy a desaparecer todos esos demonios de tu pasado, solo quiero satisfacer los deseos secretos de tu corazón"
"Todos mis deseos secretos" agregó antes de atrapar su boca con sus labios y saborear esa miel de la que no se cansaría jamás.

Se quedaron profundamente dormidos, y la mañana los sorprendió junto con la llegada de los empleados. Ya era casi mediodía cuando Valentina escuchó que llamaban a su puerta.

"Señorita, disculpe pero la llaman sus padres por teléfono" llamaba una de las empleadas. Valentina seguía somnolienta y al moverse se dio cuenta que Antón seguía a su lado, en su cama y totalmente desnudo, mientras en el piso estaba toda su ropa esparcida. Menuda escena se iba a encontrar la empleada.
"Un momento" Valentina gritó. "Antón, Antón despierta" le susurró con urgencia.
"¿Qué pasa?" respondió aun con la voz ronca y medio despierto.
"Shh...Te has quedado dormido, y Teo está ahí afuera, esperando que le responda a mis padres" le decía mientras buscaba su bata de noche y se movía por la habitación recogiendo las prendas del piso.
"Mierda" dijo por lo bajo. "¿Qué hago?"
"Escóndete en el baño" le dijo rápidamente, pero recordó que lo más probable es que Teo, entrara para cambiarle las toallas. En ese momento detestaba tanto servicio. "No, ya, mejor métete en el armario"
"Ah está bien" todo aquello le daba mucha risa, incluso siendo él tan recto en todo, esa escena le divertía. Pocas veces podía ver a Valentina preocupada. Recibió sus cosas de manos de Valentina y antes de esconderse, le dio un gran beso. Ella lo odio por ponerla así justo cuando tenía que actuar normal.

Valentina permitió que entrara la mujer con el teléfono y contestó a sus padres, en lo que la empleada entraba al baño, tal y como había predicho. Afortunadamente solo eran llamadas cortas las que ellos hacían, así que no tardó en despachar a la empleada, ordenándole además que prepararan su desayuno.

"Disculpe, el joven Antón también desayunará, es que no está en su habitación. Ni en otra parte de la casa. Por lo que parece no llegó a dormir" Valentina consideró que eran muchas conjeturas de Teo, pero mejor dejar que pensara eso, a que descubriera que Antón estaba justo en esa habitación.
"Supongo que se ha de haber ido de antro, Antón ya no es tan tranquilo como pensábamos" dijo con un tono verdaderamente sarcástico. "De cualquier forma será mejor que preparen algo para él también, después de sus actividades nocturnas puede que llegue hambriento"
"Como usted ordene, con permiso" La mujer salió de la habitación.
"Con que ya no soy tan tranquilo" le reclamó Antón, que la había atrapado en sus brazos, y le besaba el cuello.
"No" le dijo ella cuando se volteo para besarlo y hacerlo pagar por besarla con tanta intención, momentos antes. Él no tenía ninguna intención de detenerla y por un momento olvidó que ya no estaban solos y la empujó de nuevo a la cama. Le hizo el amor conteniendo las ganas de gritar su nombre y decirle en voz alta cuanto la amaba.
"Creo que tienes razón, ya no soy tan tranquilo como antes" susurró en su oído, poco antes de besarla por última vez y salir de su habitación, esperando que nadie lo viera.

Valentina se encontraba más que feliz, por esa mañana. Nunca creyó que Antón se arriesgaría tanto, pero estaba contenta de que así fuera, hacer el amor con él, como primera actividad en el orden del día, era maravilloso, un sueño hecho realidad. Él tenía razón cuando dijo que cumpliría todos los secretos ocultos de su corazón.

Repitieron la rutina y salieron a la playa, además de pasar unos momentos en la alberca en donde no pararon de jugar ni un momento. Al menos era una actividad más que normal entre ellos y no llamaba la atención de los empleados.

Por la noche cuando salieron de nuevo a cenar, Valentina le pidió a Antón que fueran a uno de los restaurantes que estaban en frente del malecón, donde se paseaban cientos de turistas.

"Estas guapísima, ¿lo sabías?" le dijo Antón al oído. Valentina era muy atractiva sin proponérselo, y era mucho más cuando lo hacía. Antón estaba cada vez más loco por ella.
"Gracias" ella se decidió a besarlo, pero una voz la interrumpió.
"¡Antón!" gritó una voz femenina. Antón abrió los ojos como platos y se levantó de la mesa para saludar a la mujer que lo llamaba.
"¿Becca?" la mujer se lanzó en sus brazos y él no supo ni que hacer, así que tuvo que devolverle el abrazo.
"Antón que gusto, nunca creí encontrarte aquí" le seguía diciendo con una gran sonrisa y los ojos brillantes de la emoción.
"Mucho menos yo, te hacía en Montreal"
"Vine unos días con mis amigas, extrañaba el calor de la playa. Y bueno es que tengo tanto que contarte" la sonrisa de Beca se acrecentó cuando dijo lo último
"¿Ah sí?"
"Si, demasiado, pero ¿qué no nos vas a presentar?" le dijo señalando a Valentina que seguía de espaldas. Ella se dio la vuelta para ver a Becca a la cara.
"¿Valentina? Por Dios, estas enorme, y te has puesto guapísima. Pareces modelo de revista" Becca estaba sorprendida de que la hermosa mujer que acompañaba a Antón, fuera su prima Valentina, aquella chiquilla que conoció hacia algunos años.
"Gracias, pero no es para tanto" respondió Valentina sin ganas.

No podía creer que Becca, el gran amor de la juventud de Antón, estuviera también en ese lugar.

"Claro, mis amigas ya se fueron a un club y la verdad yo no tengo muchas ganas de ir, prefiero quedarme aquí contigo" Valentina la vio con recelo "bueno con ustedes" agregó Becca al ver la cara seria de Valentina.
"¿Quieres sentarte con nosotros?" le ofreció Antón.
Mientras los dos continuaban con su plática, Valentina recordó que de niña siempre creyó que ellos dos terminarían casados; nunca conoció a una mujer más perfecta para él. Incluso con la gran autoestima que tenía, sabía que no era competencia al lado de Becca.

Becca era un poco más alta que Valentina e igual de delgada, su cabello ondulado era un poco más claro que el de ella, y tenía unos grandes ojos camaleónicos que parecían dar la impresión de ser de un verde muy oscuro. Tenía una sonrisa seria, y era eso lo que más le envidiaba. Becca era muy similar a Antón, serios, responsables, todo un sueño para sus padres, en cambio, Valentina sabía que era más bien un dolor de cabeza para los suyos, y hasta para Antón muchas veces lo fue. Sintió las lágrimas agolparse en sus ojos y tuvo que excusarse para ir al baño. Antón la vio diferente pero no hizo nada.

"¿Y qué tal va la carrera?" le preguntó Antón.
"Me fue excelente, ha sido una experiencia que nunca voy a olvidar" exclamó Becca, con verdadero orgullo en los ojos.
"¿Te fue?" él no entendía porque ella usaba el pasado. Ella extendió sus manos sobre la mesa y las puso sobre las de él.
"He terminado, este es mi viaje de graduación y mi regreso al país" él seguía sorprendido, y esta noticia lo dejó helado.
"Pues felicidades" fue lo que alcanzó a decir, antes de que ella volviera a hablar.
"Antón te he extrañado mucho, no sabes cómo me arrepiento de haberte dejado todos estos años" Ella se fue acercando a él, sin más lo besó y él no pudo evitar responderle, sin saber que Valentina los veía desde la puerta del baño.

sábado, 9 de julio de 2011

Capítulo V - Amor

“Vale ¿estás bien?” le preguntó Jimena que con todo el alboroto, corrió hasta donde estaba su amiga.
“Si, solo quiero irme”
“Está bien”
“Yo la llevo a su casa” le dijo Quique.
“Gracias” respondió Valentina, que ya estaba de la mano de Antón, caminando hacia la salida.

Cuando llegaron a la camioneta, Valentina vio que la cara de Antón estaba muy tensa.

“Valentina, ¿te hizo daño?” le preguntó con los ojos llenos de preocupación.
“No, estoy bien, de verdad. Pero ¿tu lo estás?” él bufó antes de responder
“Es que debí de romperle la cara” Antón jamás había sido un hombre violento, a decir verdad, siempre se había pasado de pacifista, pero ver cómo Daniel lastimaba a Valentina, sacó lo peor de él.
“Creo que al menos un lado de su cara si lo rompiste” dijo, tomando la mano con la que había golpeado a Daniel. Sus nudillos estaban rojos.
“Ayyy” Valentina había presionado una de sus marcas
“Perdón” se disculpó, besando cada uno de sus dedos.
“Ven acá” tomó su cara y la besó. Sólo sus besos podían llenarlo de paz, aunque su beso era más bien agresivo, en él descargó todo lo que sentía. Valentina lo sintió pero no se quejó, él necesitaba desahogarse y si era en sus labios no importaba.

Al siguiente día Antón se despertó y buscó a Valentina en su cama, pero no la encontró. Fue a su habitación y vio su maleta sobre la cama.

“¿Vale?”
“Buenos días” salió del baño y se lanzó a los brazos de Antón para besarlo.
“¿Qué significa esto?” dijo señalando la maleta
“Significa que tienes unos 40 minutos para prepararte porque nos vamos a la playa” le sonrió y lo besó de nuevo.
“¿Qué dices?”
“Que tenemos que irnos al aeropuerto porque nos vamos a la casa de la playa”
“Valentina te das cuenta que si mis tíos se enteran me van a matar”
“Claro que no, les pedí permiso antes. Saben que los fines de semana largos no me gusta quedarme en la ciudad, y dijeron que si tu aceptabas podía irme contigo”
“¿Ya te dije que te Amo?” Antón no podía creer lo ingeniosa que era Valentina, siempre lo sorprendía, desde que eran niños, ella siempre se traía algo entre manos.

Cuando llegaron, Valentina no tardo mucho en cambiarse para irse a la playa. Antón ya la esperaba abajo, pero cuando la vio con su atractivo traje de baño no pudo contener un suspiro, su prima era una diosa.

“Por Dios, Valentina estás increíblemente hermosa” le dijo cuando se sentó al lado de él, pidiéndole que le pusiera bloqueador solar.
“Lo sé” sonrió ella muy segura de sí. Volteando su cara y acercándola a sus labios, eso despertó todos los sentidos de Antón, además que tocar todo su cuerpo mientras le ponía el bloqueador, no le ayudaba mucho a controlarse.
“Te juro que me muero de ganas de besarte” le dijo antes de separarse de ella. Y es que a lo lejos, cualquiera que los viera juraría que eran pareja, y no se equivocaban, el problema es que si los empleados los veían, ellos sabían que eso no podía ser posible porque eran primos y no podían tener esos comportamientos.
“Y yo me muero de ganas de porque sea de noche y ellos se retiren” Valentina sabía que los empleados solo iban durante el día, y en la noche se retiraban a sus casas, así que no tuvo más opción que aguantar.

Al caer la noche salieron a cenar a uno de sus restaurantes favoritos.

Valentina llevaba puesto un vestido azul de coctel, que la hacía ver más hermosa que de costumbre. Él se había puesto un traje negro sin corbata. Cuando regresaron, ya toda la gente de servicio se había marchado, así que no tuvieron que esperar y se fueron directo a la habitación de Valentina. Ella lo besó con urgencia, pero él por primera vez la detuvo.

“No Vale, esta vez será a mi manera” ella no dijo nada, simplemente se dejó guiar por Antón. Él le beso la frente, los ojos, la nariz, la boca y lo hizo de una forma tan lenta, tan delicada, como si al hacerlo pudiera romper a Valentina. Le besó el cuello, la clavícula, regresó a sus labios de nuevo y la besó, con un poco más de fuerza pero sin exagerar. Ella le quitó el saco y él la dejo seguir, desabotonó con lentitud, cada botón de su camisa, y cuando por fin lo logró la arrojó al piso.

“Te Amo Valentina” le dijo cuando la besó debajo del oído, eso lanzó un choque eléctrico a Valentina que se estremeció. 

Le bajó el cierre del vestido y lo hizo muy despacio, cuando lo logró, el vestido cayó y ella quedó expuesta ante él. Su cabello la entornaba de una forma tan hermosa que Antón sintió como si se tratara de un ángel. La besó de nuevo y ahora bajo a su pecho, no le quitó el sostén simplemente pasó sus curvaturas y descendió al valle que había entre ellas. La empujó lentamente a la cama y ella se sentó a la orilla; esta vez le quitó el sostén. Ella buscó el cierre de su pantalón y lo bajó, él levantó los pies para que saliera por completo junto con sus zapatos, empujó a Valentina más, hasta que quedó recostada cerca de las almohadas.

Se recostó sobre ella ligeramente, y le besó el abdomen, le besó el ombligo, haciendo que Valentina se estremeciera de nuevo; después beso su vientre, tocó sus piernas con la punta de sus dedos y con la boca bajó sus bragas, lo hizo sin prisas, Valentina levantó un poco las piernas para facilitarle la labor y aquello salió. Besó sus pies, sus tobillos, sus muslos, y se adentro un poco entre ellos pero no demasiado, solo la besó sin llegar a su centro. Recorrió el camino de sus antiguos besos, y esta vez se detuvo en sus pechos, los besó y succionó un poco, sintiendo la dureza de sus pezones, subió de nuevo a su cuello, y sus labios. Ella lo obligó con sus manos enterradas en su cabello, a no separarse demasiado de ella, le gustaba como le besaba el cuerpo, pero le gustaba más cómo besaba sus labios. Él se levantó un poco, sosteniendo su peso, le sonrió de nuevo.

“No tienes idea de cuánto Te amo, y de todo lo que significas en mi vida” la volvió a besar antes de permitirle responder. La dejó cuando necesitaron respirar, sus manos buscaron el anhelado paquete metálico y se protegió.
“Te Amo Antón, eres todo en mi vida” esta vez ella lo besó, y cuando lo hacía sintió cómo el entraba lentamente en ella, y al decir lento, era lento, casi podía sentir cada milímetro de él. Antón seguía sostenido con los antebrazos para no caer sobre ella, y cuando entró por completo, ella puso sus manos en su cadera para exigirle que no se separara de ella, pronto iniciaron un pequeño balanceo, que era tan rítmico, tan puro entre ellos. 

Valentina se levantó un poco y Antón la abrazó, el balanceo continuo y aumento de intensidad, sus respiraciones cada vez eran más entrecortadas, y cuando creyeron no soportar más, los dos llegaron a su paraíso personal. 
Después de que Antón se deshizo de su protección, él enredó sus dedos con los de ella y la atrajo hacía él para poder abrazarla. Ella se perdió en las sensaciones, este había sido su mejor encuentro por mucho, quizá no hubo una pasión arrebatadora como la vez de la cava, pero hubo amor, algo que sólo Antón había sabido darle.

“¿Por qué lloras princesa hermosa?” le preguntó preocupado, la habría lastimado, qué había hecho mal.
“Nada, simplemente ironías…” respondió con la voz ronca.
“Dímelas” exigió, ¿qué cosas lograban poner mal a su ángel?
“No, no tiene caso” ella se escondió en su pecho, pero él se levantó y ella no tuvo más opción, cuando él levantó su cara llena de lágrimas.
“Dímelo” le dijo viéndola directamente a los ojos, algo que debilitaba todas las barreras de Valentina.
“Es que me habría gustado que así hubiera sido mi primera vez” esa declaración dejó frío a Antón, sabía que en muchas mujeres su primera vez no había sido agradable, pero le dolía que su Valentina estuviera entre ese grupo.
“¿Cómo fue?” preguntó temeroso.
“Diferente” susurró y volvió a llorar.
“Por favor princesa, dímelo. Sabes que puedes confiar en mi” le suplicó
“Es que no me gusta recordar ese día, no es agradable” Antón se congeló y se llenó de furia, Valentina sintió como se tensaba.
“Valentina, por favor, tienes que decírmelo, ¿te hicieron daño, Vale te obligaron?” las palabras salieron de golpe, pero no se podía contener, si alguien le había hecho daño a su ángel, iban a pagar.
“No” se apresuró a decir, pero vio que la cara de Antón  no cambiaba. “bueno, está bien te lo contaré” suspiró.
“Te escucho” Antón se puso frente a ella recargado en la cabecera de la cama.
“Hace poco más de un año fui a una fiesta, algo había pasado así que estaba dolida y quería olvidar, así que tome alcohol como nunca antes lo había hecho. Uno de los invitados a la fiesta me invitó a bailar y yo accedí, después de un rato, me besó y yo no me negué, le devolví el beso. Y una cosa llevo a la otra, cuando vi ya estaba en una de las habitaciones, le dije que no, pero él insistió y entonces recordé lo que me había llevado a tomar tanto y que ni el alcohol había borrado, así que no me negué más. Esa vez ni siquiera hubo un te quiero y mucho menos un te amo, fue solo sexo y después de hacerlo, me sentí vacía. Desde ese día no volví a fijarme en ningún muchacho, la mayoría de los chicos con los que salía, solían decir que era algo malvada y divina, porque nunca les daba entrada para más, pero simplemente no podía. En mi pasado tengo mis propios demonios  y no fue hasta que llegó Daniel, que creí que eso podía cambiar. Y bueno el resto ya lo sabes”
“¿qué fue lo que querías olvidar?” le preguntó Antón aún con un nudo en la garganta.
“No eso no te lo puedo decir” Valentina volteó la mirada.
“Valentina, por favor, necesito saberlo”
“NO” dijo con la voz dura y las lágrimas bañándola cada vez más.
“Dímelo” le ordenó tomándola por los brazos, se sentía desesperado, ella le ocultaba algo y le aterraba no saberlo.
“Te vi a ti, tirándote a Paulina” le gritó a la cara, “te vi a ti…”